De burbujas y otras paradojas

Sentir: Experimentar sensaciones producidas por causas externas o internas

La vida diaria nos hace olvidar sensaciones, momentos o simples sonrisas que parecen tan cotidianas que caen en la obviedad. La gota de lluvia que transforma su apariencia física frente a tu rostro y te recuerda lo indefenso que eres ante un factor externo no controlable, el sonido que te genera la predisposición a tratar de predecir de un evento futuro, la luz del sol que te recuerda que las grandes burbujas se hacen por aire disperso. El hecho de ver a esa persona especial que hace segregar hasta el último sentimiento que no sabías que existía en ti, esa persona que te hace olvidar los protocolos en las palabras y la racionalidad en las ideas. Esa persona a la cual solo puedes definir con una palabra la cual no tiene letras, carece de fonemas pero encuentra la representación cuasi-divina en la emanación involuntaria de una sonrisa que ilumina un lienzo sin color.                                                                                                                                                          Y es que en un sentido estricto, la vida es esto, es esa eventualidad que llega por casualidad y te da una sensación que no puedes describir, contar o publicar, analizar o predecir.

El humano en un sentido arrogante ha tratado de modelar su realidad a factores  “entendibles” ha intentado reprimir sus más esenciales sentidos, ha dejado de disfrutar un segundo por ahorrar tiempo y eficiencia sus actividades. Se ha perdido en el mar de las planeaciones para olvidar el universo infinito de sensaciones que da el admirar la sonrisa de un ser similar.

¿Pero que somos si no sentimos? ¿Qué es del ser humano si se limita a la postergación de experiencias incontrolables y se decanta por la estabilidad?  El humano al renunciar al sentir, comete tal vez el suicidio más banal y carnal, el suicidio que entierra las panaceas y lacera solo a un ser, al ser que deja de sentir… Se convierte en la maquina que busca refugio de la perfección planeada, en la reproducción socialmente aceptable por los parámetros establecidos por la media poblacional ponderante, se convierte en un instrumento más de la larga cadena irrompible de la “realidad planeada o vista”

Pero no todo es una decisión unánime e interpersonal, sin duda se crean patrones históricos para reprimir estos sentimientos, los cuales van desde experiencias pasadas, hasta la creación de un falso estereotipo sobre los sentimientos o la canalización de ellos. Se nos habla de un amor pasional, carnal y lacerante, en donde el hombre deja de sentir para solamente buscar las palabras que concuerden con los arquetipos establecidos a la hora de buscar una definición sobre lo que en ese momento “siente”                           Ahí radica gran parte de los problemas; nos dedicamos a definir un sentimiento, el cual no debería recaer en palabras mundanas, ya que este solo representa vivencias. Se crea la necesidad de buscar el conjunto de circunstancias que encajen con una definición creada por alguien más… ¿pero acaso no cada persona siente y vive de diferente manera?

¿Vivir  es sentir o sentir es vivir? Dulce paradoja del sentido humano, que sin duda podría arrojar la respuesta de que todo lo que se hace sintiendo podría estar más allá de la vida o de la muerte. De la muerte nos aleja al matar ese “ego” interior establecido por las costumbres adoptadas como dogmas sociales, y de la vida nos separa al darnos una concepción diversa y personal de lo que es vivir o sentir, sentir o vivir.

No existe mejor momento que una sonrisa, un abrazo, un beso, una gota de lluvia, una ráfaga de viento tocando tu pómulo, eso es algo que ningún modelo o representación de la realidad podrá capturar. Por el simple hecho de que hasta una burbuja al tocar tu frente se vuelve aire, esta transformación se logra por el sentir, el sentir la liberación del aire al tocarte de una forma casi aleatoria por el destino no establecido.

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-El Alquimista errante

Adicción a la computadora

(la droga del siglo XXI)

Había un tiempo, en el que la computadora casera sólo era un instrumento súbdito al servicio del hombre. Un mueble de oficina, no más. Apretábamos un botón, insertábamos un disquete, después redactábamos en el sistema, a nuestro propio ritmo unas cartas de amor, tesis, volantes para manifestaciones y, porque es más fácil, las listas de compra para el mercado. Era un mero aparato de escritura o, según la necesidad, una maquina para hacer cuentas. Lo principal era que la tecla de Shift estuviera en su sitio y el disco flexible rotulado. Teníamos la caja ronrroneate al alcance, no al revés. Había un tiempo, en el que aún sentíamos poder sobre las maquinas. Entonces vino el módem, la caja que silba y truena, que susurra como un objeto sin alma, en el cual nos comunicamos vía cable telefónico con otros congéneres (usuarios), de los cuales se oculta  su verdadero rostro bajo códigos y passwords. La Internet es un mundo paralelo, el cual primero sonríe con fatiga, después observa y finalmente explota enérgicamente: E-mail, servicios online, Internet, World Wide Web…

Desde entonces colgamos del clavo electrónico, hacia la ilusión de las marcas de computadoras. No podemos prescindir de eso, incluso si quisiéramos. Necesitamos diariamente nuestra dosis de computadora. La vieja relación de poder ha dado la vuelta. ¿Cuánto tiempo nos tiene el equipo bajo control? Alcanzamos el plan diario hacia él, matizamos la conversación hacia un lenguaje artístico, metemos por nuestros ojos los medios tradicionales como el periódico o la televisión en una óptica pseudotridimensional.

Somos, adictos a las computadoras y el mundo digital. ¿Nos vuelve enfermos esta adicción? Es una acción compulsiva que no podemos controlar, en cuanto entramos en esa pantalla abandonamos la realidad concreta para llevar una maravillosa pseudo-vida en el interior de una cajita. El mundo terrestre no existe más: tiempo y espacio, verdad y mentira, cosas importantes y superfluas se revuelven hacia un atardecer por medio de datos. Sin tener un verdadero contacto flirteamos con alguien dentro del monitor al otro lado del mundo, mientras nuestros verdaderos compañeros en el cuarto esperan. Alguien nos zappea (cambia), aparece un hombre desnudo, una muñeca retorcida, unos ojos apagados, basura de la web y la cuota llega.

La adicción es comparable a un problema con las drogas o el alcohol, causa problemas en el trabajo, en las relaciones personales, en conciencia del tiempo. ¡La manía precisamente en el INTERNET!

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Por el Dr. Mirabilis Caelestis et Diabilis

Lo que es, dejar de ser, tal vez.

¿Cómo es tan tétrico el cambio constante que tenemos de cada cosa con la que convivimos y nos relacionamos día con día?

Lo que un día es para nosotros, al otro puede dejar de serlo, cada acción que tomamos nos enseña algo aunque esta acción
sea rutinaria, ya sea viendo un programa de tv y se repiten los capítulos, notamos algo que antes no habíamos notado, supongo que muchos deben hacerlo pasar desapercibido, a modo de no cansarse con preguntas cuya respuesta nunca vamos a encontrar porque su pereza mental no nos hace exprimir las opciones que siempre está allí.

Opciones que entre más sean, más escenarios diferentes habrá para escoger, todos tal vez iguales, porque tal vez cada uno de ellos trae consigo una consecuencia buena y mala para nuestro empírico ser, algo tan enredado queda descartado en mentes flotantes y lo que un día era gracioso, se vuelve gracioso cada que es utilizado por el resto de sus días, ojalá pudiera envidiar ese comportamiento, que aquello que para mí ha dejado de ser, siguiera siendo y nunca parara de ser, pero es tan maravilloso entender la parte en la que aprendes cosas nuevas, y regresas a lo viejo, para recordar tal vez aquello que te inspiró a llegar al lugar que hoy tus pies están pisando, y a lo lejos en el camino que has trazado, saludas con gusto a lo que ahora es tu yo de antes, y tu viejo yo sonríe por verte ser parte de lo que anhelabas, y ahora juntos verán el cristal que refleja como espejos encontrados, pero que no repiten la misma imagen, la idea del posible futuro que lo que eres y lo que fuiste aspiran con ánimo a ser.
Si tomamos un libro, y es tan de nuestro agrado que cada que tenemos tiempo y le damos prioridad, lo volvemos a leer y en
casi cada página que pasamos, encontramos partes nuevas, partes que tal vez antes no comprendíamos, porque sólo conocías la idea del autor, sin embargo no la habías experimentado, o no como te es narrada y tu entendimiento la capta, pero después de  y retomar aquella lectura que te dio cierta influencia y un nuevo fragmento de «Ser» te asombras de cómo aunque las cosas no cambien físicamente, o al menos no del todo, nuestra forma de ver cada una de ellas est· en constante movimiento.
Es una idea aterradora en muchas formas, como cuando conoces a alguien, y aunque ambos sean jóvenes, aquél que conoces y tomas como una persona plena y feliz, de un momento a otro, toma la decisión de quitarse la vida, y nadie tiene idea de porqué tomó tal acción, y tal vez quien la tenga, prefiere callar por moral o respeto a aquél que ya no existe.
Es tan bello como espantoso, saber que cada cosa que ayer conocíamos y alegría nos daba, mañana podría dejar de existir
ya sea en esencia o apariencia, como aquellas canciones que en la primera ocasión que tocan tus oídos, roban tu atención
y te regalan un escalofrío que llena aquella parte vacía del alma, amas tanto cada cambio, cada vibración, que no paras de
escucharla, y la escuchas tanto, que perdió aquello que te daba la sensación de ser invencible, deja de ser único, tienes
que buscar algo nuevo, y siempre que tu voluntad es grande lo encuentras, y cambias cada poco a poco partes del ser, que
te hacen «madurar» y aun cuando viajas al pasado y retomas lo que fue antes, lo vez desde más alto de donde estabas cuando llegó, y te das cuenta de que madurar no es lo que muchos creen.

Madurar no es cortarte el cabello largo y ser formal, no es buscar una familia, o una relación estable, madurar no es querer cambiar el mundo, cuando este siempre lo hace, madurar lo hace cada quien en su propia dirección, madurar es aprender de la vida que has decidido llegar, es saber que se puede tener miedo y desesperación en momentos en la vida, madurar es aprender de cada cosa, y saber que todos lo hacen en diferente dirección, es saber que muchas direcciones pueden converger en puntos momentáneos de la vida, madurar es saber que aun al conocer a una persona y verla todo el tiempo feliz, un día podrá tener un motivo para tomar la vida de alguien o quitarse la suya, y que algún día ese algoritmo en millones puede llegar a hacerse presente en tu propia vida, madurar podría ser reclamar lo que piensas que es justo e incluso pelear con martillo puede ser valido, madurar es decir «Yo también soy de San Martín».

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Photo credit: Punk and a Monk. Roger Stonehouse. Myanmar.


––Por Joseph Curwen

El lugar del escritor

Todo aquel que aspire a escribir en serio, tendrá que esforzarse por superar cualquier obstáculo que se le ponga enfrente. No puede depender de un computador o de una libreta; de la luz o de la oscuridad. En determinado momento, el lugar será su pensamiento, la palabra su lápiz, y la memoria su papel.
Sin embargo eso no es suficiente para forjar un buen escritor: su corazón deberá estar sumido en el caos. Dirige su tripulación de voces, preguntas y personajes sobre los destructivos arranques de un huracán de grandes proporciones llamado Vida, acomodando lo inacomodable hasta llegar al núcleo de la tranquilidad y la completud, aunque sea momentáneamente, pues el desastre de la existencia humana lleva mucho tiempo girando, y no parece tener planes de detenerse en un día cercano.
¡Ay de aquél que pretenda ejercer el oficio pasándola en aguas tranquilas! ¡De tales manos lo único que saldrá serán las letras más aburridas e inertes! ¿Cuándo alguien se ha regocijado u obtenido algún aprendizaje de historias en las que todos viven felices y seguirán viviendo felices por siempre? ¡Siendo que los únicos que descansan en paz son los muertos! No os dejéis engañar, aquellos que profesan estos valores, en los breves eclipses de la conciencia por los que todos pasamos, dejan salir a flote su calidad como otros grandes hijos de puta más. Sólo los enajenados (¡ni siquiera los ciegos!) son incapaces de ver detrás de las divinas máscaras de la imaginación.

El escritor se vuelve redentor, al mismo tiempo que perpetúa la antigua maldición según la cual los humanos fuimos expulsados del paraíso. ¿Entonces cuál es la finalidad? Se preguntarán algunos. Dar esperanza. Que de eso viven hombres y mujeres: en que llegue un mejor día, en que lo bueno continúe indefinidamente, en que suceda algo que desgarre la rutina de nuestras vidas. Exacto, como en las mejores historias de cualquier escritor. Pero este sujeto no sólo novela, también filosofa a través de la experiencia y las posibilidades de la mente, buscando respuestas a preguntas que tal vez no tengan solución, pero una palabra suya bastará para sanarnos. O enfermarnos, pues aún la enfermedad es un signo que nos alerta de que algo no se encuentra en su mejor estado, antes de guiarnos por la vía corta de la muerte espiritual. Me refiero al espíritu más terrenal y nada elevado, aquel que conoce mucho de la tierra, el sol y el aire, y nada de dioses, cielos o infiernos.

Eso, amigos o enemigos, es la labor de los profetasde las letras; sumergirse en la oscuridad para aprender con los poros de la piel lo que escapa a las pupilas de quien tiene que ver para creer, y también lo que se escabulle a la fe de los que no sólo creen a ojos cerrados, sino a oídos y tactos bloqueados.

Que no se diga más, que el maestro no se hace de la lectura, sino de la práctica.

-El Dragón del Oeste

Tema 5: Debate burdo sobre La Nada.

La sesión del día fue –sino la más controversial– de las más controvertidas que hemos tenido en el colectivo.

La naturaleza de lo acontecido en la sesión, así como del tema per se, se presta para un debate extensísimo y dificil de seguir, es por ello que en un esfuerzo sintético intentaré narrar lo ocurrido y las consideraciones generales a continuación.

Al iniciar la sesión todos nos encontrábamos un poco confundidos pero receptivos, no sabíamos qué dirección tomaría el debate siendo la primera vez que debatiriamos en sustancia; la ausencia de algo y no un «algo».

El debate comenzó cuando alguien planteó la desigualdad entre los términos «vacío» y «nada», usando una taza como ejemplo, diciendo que el hecho de que la taza estuviera vacía, no querría decir que la taza estuviera llena de «nada». Explicó después auxiliandose de la física y química, que las partículas de incluso aire que estaba en el vacío dentro de la taza, significaba un «algo» que se contraponía con la idea totalizador(?) de La Nada ya que cada partícula está «pegada» con la otra sin dejar espacios literalmente de «nada».

Sin embargo, también se sabe que nada en el universo se toca de manera directa, entonces, ¿ese espacio es Nada o simplemente está Vacío?

Después de esas primeras consideraciones se empezó a abordar el tema en un carácter más conceptual, luego científico y al final filosófico, con intervenciones citando a Hawking o Deepak Chopra, por mencionar algunos.

En un punto dado de la sesión, el autor del presente texto atravesó un momento complicado, teniendo que separarse de la discusión ya que se encontraba en un estado mental saturado de información y sobre todo reflexión. Dentro de toda esta reflexión cayó en cuenta que por primera vez en más de 1 año de debates, se había llegado a la satisfacción de total (e irónica) comprensión.

«No entiendo nada… Entiendo Nada…»

A eso precisamente habíamos venido.


–Por Lázaro Muzak.

Eso eres

No sé como no te han escrito ningún poema,

no entiendo como no te han hecho una pintura,

no comprendo porque no han escrito historias sobre ti,

aún no me creo que no seas esa fotografía

que adorna las tardes nubladas…

Incluso ¡Deberían hacerte una escultura!

Tonto el hombre que te ha dejado ir,

qué suerte el que te tenga

y qué desgracia por los que solo te vemos,

sí, eres una obra de arte,

un pequeño y hermoso caos,

eso eres… Caos.


-El Hombre Carnero

Sobre la deconstrucción de las aptitudes comunicativas en la actualidad.

Navegando en la web, me he encontrado con varios videos de carácter reflexivo, que aluden a lo que está pasando en la actualidad, sobre todo en esta generación con respecto al uso y exceso de las nuevas tecnologías de información y la Social Media o Redes Sociales.

De entre los varios videos de este tipo que me he encontrado en la red, han habido dos que me han parecido relevantes, honestos y certeros. El primero fue una exposición a manera de rap de todo aquello que nos estamos perdiendo gracias(?) al teléfono celular, y de lo agradecidos que deberíamos estar cuando vemos que la batería está a punto de acabarse.

El segundo es el video que les presento a continuación, un video que como he dicho encontré –como casi todo aquello maravilloso que llega a nuestras vidas–, sin querer.

El Dr. Dan Siegel, quien es profesor de psiquiatría en la UCLA, explica este común fenómeno y lo desarrolla de manera más profunda y compleja, yendo más allá de lo reflexivo a lo analítico usando argumentos científicos y concretas explicaciones en la materia.

El cerebro es nuestro órgano social por excelencia, y se comprende ya que es donde almacenamos y clasificamos toda nuestra información. Entonces, no debería estar tan lejos la relación Redes Sociales – Cerebro/Mente humana.

¿El cerebro crea las Redes Sociales (virtuales) o las Redes Sociales moldean el cerebro humano? Ambas. Nos vemos ante un escenario complejo en el que el cerebro se reconfigura gracias a las redes sociales, haciendo de esta ecuación una paradoja cíclica interminable.

El punto primordial de este video es explicar las principales diferencias entre la comunicación a través de las redes sociales y la interacción cara-a-cara, y el Dr. Dan Siegel lo expone en 7 importantísimos puntos a considerar la próxima vez que interactúen con alguien de manera personal, los puntos son los siguientes:

-Contacto Visual
-Expresión Facial
-Tono de Voz
-Postura
-Expresión corporal
Timing
Intensidad

Estos siete factores moldean y dan cuerpo a la interacción humana personalísima y natural. Mismos siete puntos que se ven suprimidos e ignorados durante la comunicación de manera virtual, situación que, a largo plazo (o ya), afectará cerebralmente nuestra capacidad de expresarnos usando los citados puntos. Y ese será (o está siendo) el inicio de un gran e importante problema basado en la insensibilidad e inexpresión humana en las relaciones sociales.

Por: Lázaro Muzak.

De un sueño sin rostro.

Te escribo al borde del soñar

donde se manifiesta el pensamiento

donde todo es magia, a juzgar

por lo que yo experimento

Inmerso en la embriaguez de tu ser

me regocijo al poderte escuchar

ansío el poder volverte a querer

aunque todo sea producto de anhelar

Que hermoso letargo

no entiendo ni como me llamo

el sueño es transfigurado y amargo

pienso en tus ojos. Te extraño

Místicamente como el efecto al abrazar

apareces tu, cual mi destino

equiparando el vaivén divino

del crepúsculo del soñar

Tus ojos relatan la belleza de ultramar

tus labios dictan un atardecer

mientras tus brazos pintan trazos

negándose a despertar

Aquí repleto de amor transido

soñando a la par que el tiempo avanza

veo en luces del amanecer convertido

mi sueño desvanecido

al igual que la esperanza.

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–El Alquimista Errante

El amor, el amor

Al comenzar la lectura de El arte de amar, de Erich Fromm, nos encontramos con la advertencia de que este título, al contrario de lo que las ociosas mentes de las mentes modernas podrían pensar, no es una guía para conseguir pareja, para dar con la realización al mito de la media naranja o a alguno de los dichos de la cultura popular, sino que estamos al borde de un texto que trata de manera seria y analítica aquello de lo que se trata el amor, uno de los grandes avatares desde que hay registros de la existencia de la humanidad, y claro, de todo lo que representa para Erich Fromm, uno de los nombres que remiten a la denominada Escuela de Fráncfort. Por lo tanto toma el tema entre sus manos y su lenguaje sin sentimentalismos ni romanticismos. Desde sus primeras páginas es perceptible que muchas de las cosas allí mencionadas son ajenas a las corrientes comunes del pensamiento: extrañas para unos… pero familiares para otros. El amor se presenta pues, como algo que está más allá de las frágiles líneas que delimitan la relación de pareja como elección de una persona con la cual pasar el resto de nuestras vidas, sino que, en opinión del autor de este texto y del ya citado, se trata de cierta “fuerza” con la que el mundo podría funcionar correctamente; además de que no se limita a dos personas, amar es un nivel espiritual muy puro. Esta obra tiende a ensanchar los conceptos de amor de quienes lo leen. Si bien en un principio se expresa como el resultado de una necesidad humana de satisfacer la soledad (la separación) y se presenta en los fallidos intentos de distintos grupos por realizar dicha satisfacción (por ejemplo: a través del sexo en las grandes orgías), este tipo de acciones sustitutivas solo brindan un remedio temporal, y es por ello que se desarrolla la necesidad de hacerlo con más frecuencia, al igual que se puede hacer con el alcohol o las drogas, dichas acciones fueron correctas hasta que los individuos se daban cuenta de que no era una solución “viable”. Deja muy en claro la filosofía de que antes de amar a los otros se debe amar a uno mismo, es decir, tener bien claro quién soy, lo que hago y cómo repercute esto en los demás. Este concepto también se ha visto trastornado, principalmente como “individualismo”, en el que nada se torna más importante que la persona misma.  En este punto nos encontramos con la reflexión sobre ciertos conceptos trabajados desde hace ya algún tiempo, como el ‘control social’. Irónicamente, tanto se busca la igualdad que se ha perdido la individualidad, la singularidad; aquellos que ejercen el poder abusan de este recurso para continuar manipulando a las masas, mientras que les hacen consumir y producir la idea de que aún son únicos, especiales y diferentes a todos los demás, pese a que leen los mismos contenidos, tienen las mismas diversiones y comparten las mismas ideas… y las mismas máscaras sonrientes. En las desviaciones en la búsqueda del amor nos encontramos con los extremos, como en la búsqueda de que dos seres buscan ser uno mismo. Tal demostración es la sumisión (también llamada masoquismo) donde la persona se somete a todo lo que la otra diga, sin importar si le hace daño, nunca corre riesgos, nunca toma decisiones, no existe soledad, pero tampoco tiene independencia, en la mayoría de los casos el masoquismo está ligado a lo sexual. Y en el lado opuesto está el sadismo, en ambos puntos de la dualidad una persona depende de la otra, la diferencia es que la sádica será quien someta al masoquista… ¿o la masoquista, haciéndose la víctima, a la sádica? Llegando a otro de los puntos donde el pensamiento de estos dos autores convergen (Fromm y su servidor), nos topamos con la parte de “dar”. Pero resulta que regularmente se confunde con ‘renunciar a algo’, siendo que el concepto de dar es algo más complejo que desprenderse de algo para que alguien más lo posea, de la misma manera; en cambio trasciende lo físico, por tanto define los diferentes conceptos de la acción “dar”, cuando empezamos a relacionar el dar con el amor, podemos encontrar el ejemplo más “puro”: el amor de una madre por su hijo. La madre se desprende de ella misma para entregarse a su hijo, sin complicaciones, no le importa nada más que el bienestar de su retoño y no espera algo a cambio por lo que hace. Entonces ¿qué es dar? Es entregarse uno mismo, dar la propia vida, (sin caer en el masoquismo) enriquecer (espiritualmente) a la otra persona sin esperar a que se valore lo que uno está haciendo. El amor se vuelve, entonces, algo muy grande y complejo, al que difícilmente se llega, tiene que haber una gran dedicación para llegar al amor puro, y uno de sus obstáculos más grandes se encuentra al borde de la necesidad del humano por satisfacer sus necesidades sexuales, algo tan básico y natural que está en el sentido más puro de nuestra biología, donde se funden y a la vez se separan los conceptos de géneros,  la “polaridad masculino-femenina”. Es muy probable que en esta parte haya habido muchos que renunciaron a continuar la lectura, puesto que el autor pretende justificar que solo se puede llegar al amor en una relación de dos personas de distinto sexo, no porque sean complementarias, sino porque sus características básicas lo permiten, se interpreta que entre homosexuales no se llegará al amor por este sencillo hecho, así como una pareja de hombre y mujer no llegará al amor por otros motivos. Posteriormente no es fácil dar fiel seguimiento de lo que se desarrolla, dado que se hace referencia a Freud y sus teorías sobre la sexualidad, pero explica por qué la misma satisfacción de este instinto tan básico no nos permite llegar al amor; el más claro ejemplo es que la masturbación sería la satisfacción ideal, pero en la masturbación no existe la unión con otra persona, por tanto sólo sería una medida ‘temporal’, como las mencionadas anteriormente. También la familia tiene un vínculo muy cercano al amor, como ya habíamos dicho, el amor incondicional de una madre quien daría todo por el pequeño desde el momento en que son uno (cuando en niño está en el vientre), y durante su crianza la madre no tiene intereses por formar a su hijo por otra cosa que por la simple expresión “es parte de ella”. Como bebé en un principio la criatura no sabe de amor, solo sabe que aquella señora es calor y alimento. Pero esto encuentra su ruptura en otro amor, el del padre, que en la mayoría de los casos es un amor condicional, donde en la medida en que el hijo sea obediente e “igual” en ciertos aspectos a su padre, alcanzará la aceptación de éste y por tanto su amor. En repetidas ocasiones se menciona lo que es necesario para amar y por dónde se debe comenzar, de la misma manera se deja en claro que si no es desinteresado, el amor jamás existirá. Un buen comienzo sería el de una relación con los desconocidos, pobres o con los enemigos, porque ahí no existen intereses más que el de empezar una buena relación (no necesariamente de tipo afectiva) para llegar al amor fraternal. Después llegamos a los “objetos amorosos”, los diferentes ‘tipos’ de amor, en lo que, a consideración de algunos, que el principal sería el amor materno, después del amor a uno mismo, el amor fraternal, el amor a Dios, seguido por el amor erótico. Ese sería, probablemente, el orden en que el amor se da de mejor manera. Es inevitable que esta penetración analítica provoque conflicto en muchos lectores por el hecho de que se mencione el amor a Dios; pero no solo en este libro se habla de que para conseguir un amor genuino se necesita de amar a algo o alguien superior a nosotros: en la literatura de alcohólicos anónimos en el segundo y tercer paso se habla de la necesidad de creer en algo, una fuerza superior a nosotros mismos, porque está en nuestra naturaleza, porque ese dios tiene cualidades distintas, en contraste con el amor al hombre. El lector debe tener claro el concepto de Dios para no entrar en un conflicto con esta parte del amor, no se trata específicamente de Jesús de Nazaret, sino de una fuerza que engloba todo. El amor tiene problemas para desarrollarse en una sociedad tan materialista como en la que vivimos, porque el consumo se ha vuelto lo más importante, el tener solo por tener, donde el único Dios, es verde y de papel. Este orden social es probablemente el obstáculo más grande para que el amor pueda darse, porque los intereses triviales se han vuelto muy grandes, y desprenderse de ellos no es fácil. El humano se encuentra enajenado de sí mismo, de la sociedad y de la naturaleza, se ha convertido en un robot que solo piensa en ganar para poder sobrevivir y en ganar más para poder gastar. Dado que lo material jamás va a satisfacer las necesidades humanas, el hombre busca distintas maneras (menos en el amor) para llenar ese “vacío”, comenzando por consumir cada vez más o casándose, creyendo que el matrimonio lo aliviará, pero el matrimonio no es lo mismo que el amor. En resumidas cuentas, El Arte de Amar es una obra de gran calibre y con enormes consecuencias, ya que nos puede dar una idea más clara y completa de lo que es el amor, complementa los conocimientos previos y ofrece mejores bases para amar. Pues, al menos desde una perspectiva tan personal como cualquier otra, el amor es algo que toda la gente necesita y que solo el amor le dará la fuerza a la humanidad para avanzar un paso más, porque al amar llegamos a algo más complejo aún: la felicidad.

– El Orbitante Lunar

La hermosa crisis del caos.

No, no es un oximoron.

Hegel anticipó un concepto, o conceptualizó una idea; la historia.
Desde que los acontecimientos de las primeras civilizaciones se volvieron mensurables, la humanidad se ha dedicado a ordenar el caos de manera cronológica y jerárquica, a ordenar nuestra innata anarquía, pero… ¿Acaso no siempre hemos existido en el caos? ¿Acaso no venimos de un caos cósmico? ¿No nacimos del precioso caos que es hacer el amor?

Detente.
¿Acaso no somos El Caos?

La estática es un mito. Toda esa vorágine de sentimientos, todo eso que percibimos con (muchos más de) cinco sentidos es caos y es el caos más perfecto y hermoso en el que podríamos estar metidos. Aunque no queramos.

Ver el danzante techo de tu recámara cuando llegas borracho. Ver el cielo y las nubes cuando estás cansado de la vida. Ver el alma de una persona a través de sus hermosos ojos.
Escuchar las olas del mar romper cada que regresas a la playa. Escuchar a tus vecinos copular. Escuchar el llanto de una persona.
Oler tu ropa recién lavada. Oler un establo con caca de caballos y vacas. Oler el cuello de la persona que amas.
Saborear esa comida que no te gusta pero tu mamá te obligaba a comer. Saborear el jugo de medio limón con miel cuando te duele la garganta. Saborear la sal de una lágrima.
Sentir una inyección en tu nalga y cómo entra el medicamento. Sentir lo liso y lo áspero de las superficies al pasar tu mano. Sentir frio y calor con tus pezones.

Darte cuenta que en este momento, sea el día y la hora que sea hay gente experimentando esas 15 situaciones. Y hay gente naciendo y muriendo.
¿No te has dado cuenta? En el recreo de una primaria. En el tráfico vehicular. En un hospital. En tu cabeza. En tu corazón. ¿Ya lo viste? ¿Ya lo sentiste?

Sentir todo eso y mucho más que ni siquiera podríamos explicar pero en lo que todos hemos estado metidos y estaremos metidos siempre ¿Es delicioso no?

Todo sucede a la vez, todo llega despiadado e imprudente. Sin respetar órdenes, reglas o sistemas. Y a veces vuelve a llegar, una y otra vez, gracias a la memoria, maldita/bendita memoria… Pero así estamos bien ¿No?. Viviendo con orgías y guerras, con lágrimas y carcajadas, con dolor y placer. Recordando cómo murió nuestra primer mascota, recordando la última vez que hicimos el amor. Con todo eso que no podemos controlar, con el precioso caos originado por los impulsos,
Todo ese desorden nos hace humanos, empíricos y renuentes al error.  Nos hace aprender que estamos aquí, en un tornado de emociones, confundidos pero sonrientes.

Aturdidos pero sonrientes. 

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–Lázaro Muzak